Parroquia El Buen Pastor – República Dominicana

Valor del Mes:
Honestidad
Lema del Mes:
"Hágase en mí según tu palabra" (Lc. 1, 38)

Cuaresma: ¿Más de lo mismo? por Rvdo. P. Catalino Tejada

Cuaresma: ¿Más de lo mismo? por Rvdo. P. Catalino Tejada

Era un viernes de Cuaresma del año 1989. Asistía a la misa diaria, a las siete de la noche, en pleno tiempo de calor. El cuerpo se refrescaba gracias a unos abanicos grandes de techo, y el alma apagaba su sed solo en Dios. Yo, un adolescente, ese día viví una experiencia muy hermosa. Se respiraba un aire de tranquilidad, de oración, incomparable.

Había pocas personas. Un grupo de señoras acababan de hacer el rosario y, después, entonaron los cantos. Un sacerdote predicó, con pocas palabras, lo que era “El Siervo de Dios, Siervo sufriente”, del profeta Isaías. Sentí que Dios me hablaba en esa misa (Eucaristía) desde el principio hasta el final.

Ese día, me senté detrás de una columna. Escogí ese lugar porque me gustaban las esquinas, para pasar desapercibido, que nadie me viera. Pese a mi deseo, sentí que Dios me vio, y que me dijo que me amaba. Estaba pasando por un momento de tristeza y, la verdad, me sentía solo. Pero Dios me vio. Fue mi primera experiencia de Dios concreta. Así tuvo sentido hacer el viacrucis y vivir aquella fase: te adoramos o Cristo y te bendecimos. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Yo sentía que me había redimido a mí. Qué experiencia de caminar entre la gente, que va rezando, y experimentar que yo le interesaba a Dios, que Él no era ajeno al doloroso momento que estaba viviendo.

Observaba a una señora que llevaba a su hijo de la mano y una pareja que iba junto a un grupo de jóvenes que se notaba que se querían mucho porque se lo manifestaban con diferentes gestos.

El sacerdote y los ministros me hacían sentir que yo también estaba siguiendo al Señor por la vía dolorosa. Guardo el recuerdo de que vi a la gente despedirse con una alegría diferente.

Evoco esa experiencia, que para mí fue tan especial, a propósito de que ahora vamos a entrar en el tiempo de Cuaresma.

Desde niño escuché que era un tiempo muy bonito y, a partir del miércoles de ceniza, en que recordaba que “soy polvo y al polvo tengo que retornar”, me introducía en el desierto cuaresmal y el de mi vida particular.

Eso del desierto de mi vida, o de la propia Cuaresma, no lo entendía, hasta comprenderlo por experiencia propia al caer en una laguna sin sentido, cuando no me sentía amado de Dios, ni de nadie pues, como dije antes, vivía la complejidad de la adolescencia junto con las dificultades de la historia personal y familiar.

Pero Dios, que siempre tiene la iniciativa para nuestro encuentro con Él, hacía que la Cuaresma tuviera sentido, que me gustara, no era más de lo mismo. Vivía frente a la iglesia y, muy temprano, se escuchaban los cánticos y oraciones, pues hacían los laudes, que es la oración de la mañana. Yo participaba en los viacrucis en los que, como en aquel viernes santos de 1989, caminábamos por las calles e íbamos cantando, rezando, meditando la vía dolorosa y hasta hablando. Pero predominaba la oración. A mí me encantaba todo aquello porque me hacía sentir una “alegría distinta” y una “paz interior”, que no me las daba estar fuera de ahí. Y eso que: ¡Cuánto he buscado la alegría y la paz!

Desde entonces, la Cuaresma me ha aportado tantas cosas. Me ha enseñado a apreciar el silencio en medio del ruido. Ese silencio meditativo o encuentro con Dios a través de La Oración, que había escuchado, es dialogar con Dios de una manera efectiva.

He conocido muchas personas que persiguen la salud, el dinero y el amor. En la Cuaresma he aprendido que “el fin no justifica los medios”, que para llegar a un fin bueno debo emplear medios buenos. Por eso, la oración es el mejor de los medios que nos ayuda a llegar a ese fin que es un encuentro con Dios, estar en comunión con Él, tener dentro el reino de Dios para que las cosas vengan por añadidura.

En la Cuaresma comprendí que se puede hacer abstinencia o ayuno de aquello que me gusta y que, muchas veces, me hace dependiente o idólatra. Pero el amor a Dios y el amor al prójimo son una unidad y si tú quieres hacer penitencia, real no formal, debes hacerla ante Dios y también con tu hermano, con el prójimo”.

Se trata de un tiempo privilegiado para acercarnos a “Dios misericordioso” que me ha amado tal y como soy, y que es generoso con todos sus hijos (salmo 144). La Cuaresma no es solo tiempo de sufrimientos, sino de encontrar la misericordia de Dios que nos invita a ser generosos. Es su generosidad lo que me impresiona de Dios. Él entregó a su único Hijo para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna (Jn. 3,16).

A mí cuánto me ha costado imitar a Dios en la misericordia y la generosidad, y eso que me doy cuenta que no tengo nada que no haya recibido (1 Cor. 4,7): vida, salud, bienes, amor. Todo me lo ha dado Él. Y todo lo puedo en Cristo Jesús que me conforta (Fp. 4, 13).

Ahora me llegó a la memoria una frase que dijo el Papa Francisco en la pasada Cuaresma: “El ayuno sin oración es dieta”. Y yo agregaría: “La limosna sin generosidad y misericordia, es simple altruismo”. Sin esperar la recompensa que viene de Dios, que es el paso de la cuaresma de la vida a la Pascua de la vida eterna.

Por eso es tan importante vivir, con todo lo que conlleva, el Triduo Pascual: jueves santo, viernes santo y el sábado santo con la solemne vigilia pascual, madre de todas las vigilias y de todas las noches, noche maravillosa que es la noche en que Cristo resucitó.

Qué hermoso sería reservar esos días, y ponerlos dentro de nuestra lista de prioridades, para convertirlos en lo que realmente son: ¡Semana Santa! Encuentro con el amor y la misericordia de Dios al extremo.

Muchos esperan Semana Santa para descansar, pero regresan cansados. Otros buscan “juntarse” con la familia y amigos, pero una buena comunicación, que se convierte en amor a lo conocido, es don y tarea de toda la vida, y no se puede lograr solo en una semana. Hay quienes toman la Semana Santa para beber y disfrutar de lo que llaman: “vivir la vida”. ¿Pero, esa concepción de Semana Santa nos dará la verdadera alegría, gozo o la paz que tanto busca nuestro corazón? No.

Sin embargo, he recibido testimonios al invitar a la gente que quiero a quedarse en su parroquia, con su familia. Ellos han vivido la gracia de esos días que producen tanta alegría en el corazón de los niños, jóvenes y adultos. Ya en muchas parroquias exhortan a su feligresía a quedarse. Los beneficios recibidos son enormes. Lo importante es darse la oportunidad y empezar a vivirlo.

Yo que, salvo una vez por enfermedad, desde los 14 años no falto a la celebración de la Semana Santa, he visto tantos milagros en mi vida, y en la vida de muchos que se han quedado, que no dudo en invitar a quienes quiero bien a dar ese paso y vivir ese encuentro con Jesucristo que da la verdadera alegría, la que no puede dar nada más en este mundo.

Porque cuando quieres a alguien buscas su bien y compartirle lo mejor que has encontrado. Como a mis amigos, a usted le aseguro que no será más de lo mismo, compruébelo: ¡quédese! 

Reverendo Padre Catalino Tejada (Párroco parroquia El Buen Pastor)

(Fuente: Revista Rayo de Luz)

Guía para rezar la Coronilla a la Divina Misericordia

Guía para rezar la Coronilla a la Divina Misericordia

«A las tres, ruega por Mi misericordia, en especial para los pecadores y aunque sólo sea por un brevísimo momento, sumérgete en Mi Pasión, especialmente en Mi abandono en el momento de Mi agonía. Ésta es la hora de la gran misericordia para el mundo entero. Te permitiré penetrar en mi tristeza mortal. En esta hora nada le será negado al alma que lo pida por los méritos de Mi Pasión».

«Oh que enorme caudal de Gracias derramaré sobre las almas que recen esta coronilla: las entrañas de mi Misericordia se enternecen por aquellos que rezan la coronilla. Anota estas palabras, hija mía, habla al mundo de mi Misericordia. Que toda la humanidad conozca mi insondable Misericordia. Es la señal de los últimos tiempos, después de ella vendrá el día de la justicia. Cuando todavía queda tiempo, recurran al manantial de mi Misericordia; que aprovechen de la Sangre y el Agua que brotó para ellos».

Tomado del Diario de Santa Faustina Kowalska: La Divina Misericordia en mi alma (#848, p.338 | #1320, p.472)

 

La historia detrás de la vestimenta que el Papa usó en Mozambique

Este viernes 6 de septiembre el Papa Francisco presidió la Misa en el Estadio de Zimpeto, en su último día de visita a Mozambique, en la cual usó vestimentas litúrgicas confeccionadas por un grupo de religiosas y laicos.

Las religiosas encargadas de confeccionar las vestimentas litúrgicas para el Papa Francisco en Mozambique compartieron la experiencia que han vivido en esta labor y expresan su deseo de que el Santo Padre lleve las vestiduras al Vaticano y las use allá como recuerdo de su visita.

“Esperamos que el Santo Padre se alegre al usar estas vestimentas que representan nuestra cultura y nuestra alegría por recibirlo”, dijo a ACI África -agencia del Grupo ACI-, la hermana Alzira Macuacua, coordinadora de un equipo de 15 personas, de las cuales seis son religiosas y los otros nueve laicos.

“Queremos que se las lleve y las use (en el Vaticano) en recuerdo de su visita a Mozambique”, agregó la religiosa que sirve en Sudáfrica y pertenece a las Franciscanas Misioneras de María.

Antiguo Ejecutivo de una Petrolera jurará sus Votos Definitivos como Monje este domingo de Pentecostés

De alto ejecutivo de una petrolera a monje de Montserrat: “Ahora soy feliz”David Valls llevaba una vida de «riqueza y lujo», pero todo eso lo condujo a una crisis de valores. Decidió hacer un retiro y en él descubrió lo que Dios le tenía preparado

La comunidad de monjes benedictinos de Montserrat llevaba cuatro años sin ver el ingreso de ningún nuevo religioso. Sin embargo, la alegría ha llegado al monasterio y el motivo es la entrada de un candidato singular. Se trata de David Valls, de 57 años. Atrás deja una vida como alto ejecutivo de dos multinacionales, una de ellas una petrolera.


“Ahora soy feliz”
“Era rico y vivía una vida de lujo, pero no era feliz”, ha explicado Valls, quien decidió desprenderse de toda su fortuna para dar el paso y se entrega a vivir orando, en el celibato, la obediencia y la pobreza según la regla de san Benito. “Ahora soy feliz”, afirma, después de haber comprobado que “el dinero y el poder me dejaban cada vez más insatisfecho hasta que me provocaron una crisis. Pero no era la crisis de los 40. Era una crisis de valores”.

En el momento más crítico, “una persona que me quería me aconsejó que tal vez era el momento de parar, y decidí ir a la hospedería de Montserrat y hacer un retiro”. Allí Dios le hizo ver su camino: “No fue de golpe un día, fue un proceso”, aclara.

“Era un ejecutivo agresivo”
David Valls Gonzálvez nació en en seno de una familia católica en el barrio barcelonés de Sants-La Bordeta y recibió formación en la fe, pero se fue apartando de ella. “Tuve varias parejas y con una de ellas estuve casado por lo civil 5 años. Pero nunca quise tener hijos. Era un egoísta, aunque me engañaba diciendo que así era sincero con ellas. Era un ejecutivo agresivo y me gustaba el dinero. Llevaba una vida de lujo“.

No se siente orgulloso de la vida que llevaba: “Cuando ves que la gente de tu alrededor no es feliz y que has podido hacer daño a las personas, no existe otra alternativa más que parar”, dice.

El proceso de conversión y vocación religiosa hizo que Valls renunciara a su trabajo en Madrid y se trasladara al monasterio de Montserrat para ser primero postulante y más tarde novicio. En total, han transcurrido 10 años para purificar, rezar y quedar confirmado en su decisión. Hoy domingo de Pentecostés, en la misa conventual, firmará sus votos y a partir de ahora se llamará Pau (Pablo). Su compromiso es el de vivir como monje hasta la muerte y “eso me basta y me hace muy feliz”.

Papa Francisco: Carrera por los primeros lugares hace mal a la comunidad civil y eclesial

Papa Francisco: Carrera por los primeros lugares hace mal a la comunidad civil y eclesial

Redacción ACI Prensa

Papa Francisco recordó la importancia del servicio desinteresado, dentro y fuera de la Iglesia. Así lo indicó el Santo Padre este domingo 1 de septiembre durante el rezo del Ángelus, momento en el que también anunció por sorpresa la creación de 13 nuevos cardenales.

En primer lugar, el rezo de la tradicional oración mariana comenzó con un inusual retraso por un problema técnico que ocasionó que el Pontífice permaneciera encerrado en el ascensor durante 25 minutos.

Por ello, el Papa pidió disculpas a los presentes y explicó el motivo de la tardanza, mientras que agradeció y pidió un aplauso por el trabajo de los bomberos del

Refiriéndose al Evangelio del día de San Lucas, el Papa Francisco advirtió el peligro de quienes buscan “tener los primeros lugares”.

En esta línea, el Santo Padre dirigió también un mensaje a través de su cuenta oficial de Twitter @Pontifex en el que destacó el principal mensaje del Evangelio de este domingo en el cual “Jesús nos invita a la generosidad desinteresada, que nos abre el camino hacia una gran alegría: la de ser partícipes del amor mismo de Dios”.

En el Evangelio de hoy, Jesús nos invita a la generosidad desinteresada, que nos abre el camino hacia una gran alegría: la de ser partícipes del amor mismo de Dios. #Ángelus

— Papa Francisco (@Pontifex_es) 1 de septiembre de 2019
Durante su reflexión dominical, el Papa comentó que en el Evangelio de este domingo “Jesús participa en un banquete de la casa de un jefe de los fariseos y observa cómo los invitados corren para tener los primeros lugares”, explicó el Pontífice, y añadió que esta actitud es “difundida, también en nuestros días, y no solo cuando se es invitado a un almuerzo: se busca el primer lugar para afirmar una ‘presunta superioridad’ sobre los demás”.

“En realidad, esta carrera por los primeros lugares hace mal a la comunidad, sea civil que eclesial, porque arruina la fraternidad”, denunció el Papa Francisco.

En cambio, el Santo Padre agregó que en este pasaje del Evangelio Jesús relata dos breves parábolas, “mediante las cuales indica dos actitudes fundamentales para nuestra vida: la humildad y la generosidad desinteresada”.

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Sobre la primera parábola dirigida a quien ha sido invitado a un banquete, Jesús exhorta “a no ponerse en el primer lugar, porque -dice- no haya otro invitado más digno de ti, y quien te ha invitado venga a decirte: ‘Déjale el lugar’. Entonces deberás con vergüenza ocupar el último lugar”, afirmó Francisco.

“Jesús en cambio enseña a tener una actitud opuesta: cuando eres invitado, ve y colócate en el último lugar, para que cuando venga quien te invitó te diga: amigo, ven más adelante”, subrayó el Papa quien concluyó que “entonces, no debemos buscar por nuestra iniciativa la atención y la consideración ajena, en cambio dejar que nos la den los demás”.

Camino de la humildad
En este sentido, el Pontífice dijo que “Jesús nos muestra siempre el camino de la humildad, porque es el más auténtico, que permite también tener relaciones auténticas”.

Posteriormente, el Papa Francisco se detuvo en la segunda parábola en la que Jesús se dirige a quien invita, en la que explica “el modo de elegir los invitados a la fiesta”.

“También aquí, Jesús va completamente contra corriente, manifestando como siempre la lógica de Dios Padre”, explicó el Papa quien añadió también que Jesucristo proporciona la clave para interpretar este discurso: «Recibirás de hecho tu recompensa en la Resurrección de los justos”.

Por ello, el Santo Padre advirtió que quien busca la recompensa humana “de hecho, a menudo falsea las relaciones, introduciendo el interés personal en una relación que debería ser generosa y gratuita. En cambio, Jesús invita a la generosidad desinteresada, para abrirnos al camino hacia una alegría mucho más grande: aquella de ser partícipes del amor mismo de Dios”, dijo.

“Con la enseñanza del Evangelio de hoy, Jesús lanza un puente entre la mesa terrena y la mesa del cielo, haciendo referencia a la comunión final con el Padre, en la eternidad. La elección de ocupar el último lugar expresa la conciencia de cuánto hemos sido amados sin mérito nuestro, por pura gracia. Es el Padre quien nos ha llamado, y es solo Él, fuente de todo beneficio y honor, quien puede decidir si estaremos sentados en el banquete final”, señaló el Papa Francisco.

De este modo, el Santo Padre insistió en que “ninguno puede colocarse en el primer lugar de la mesa de Quien ha ocupado el último lugar, es decir, el Verbo hecho carne por suma humildad, con el objetivo de salvarnos a todos, hasta el último de los hijos del Padre”.

Al finalizar, el Pontífice invocó a la Virgen María para que “nos ayude a reconocernos así como somos, es decir pequeños, y a alegrarnos en la donación” sin buscar algo a cambio.