Parroquia El Buen Pastor – República Dominicana

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"Hágase en mí según tu palabra" (Lc. 1, 38)

4 ideas para unas vacaciones familiares y espirituales

4 ideas para unas vacaciones familiares y espirituales

PIXABAY

Conducidas por el ritmo tranquilo sin trabajar, muchas familias tienden a abandonar su interior durante el verano. Sin embargo, incluso en el momento culminante del período estival, existen muchas soluciones para no alejarse de Dios. Aquí algunas de ellas, para niños y adultos.

Durante semanas, nuestros hijos estarán de vacaciones escolares. Ojalá que las vacaciones no constituyan una ruptura en su vida espiritual.

Así como nos preparamos para las vacaciones en términos de ocio, viajes, equipaje, y otras cosas, también podemos prever algunas medidas para ayudar a los niños -y a toda la familia- a crecer en el amor de Dios durante este tiempo.

1.NO DESCUIDAR EL RINCÓN DE ORACIÓN

Durante el año, un rincón de oración ayuda a la familia a reunirse para rezar. Se debe considerar la posibilidad de organizar uno para las vacaciones.

Mientras esté en casa, puede aprovechar las vacaciones para arreglar el rincón de oración, embellecerlo, añadir bancos u otros elementos.

Si toda la familia se va junta, depende de a dónde vaya. Si es en una casa de la familia, es posible que ya exista un rincón de oración. Puede mejorarse, y se puede eventualmente traer el material necesario.

Si es en una casa de alquiler, hagamos un rincón de oración portátil con la familia: un icono (pegando una reproducción en un trozo de madera), velas, un mantel pequeño. Ya es suficiente.

Si se va de camping, si vive en una caravana, puedes tener también el rincón de oración, aunque sea muy pequeño.

Si la familia se dispersa durante todas o parte de las vacaciones, es posible sugerir que cada uno de los niños haga su propio rincón de oración portátil que estén donde estén les recordará la importancia de la oración diaria.

2.PENSAR EN LA BIBLIOTECA DE VACACIONES

Las vacaciones ofrecen tiempo para leer y contar historias a los más pequeños. Planeemos una pequeña biblioteca de vacaciones.

Algunas pequeñas biografías de santos, por ejemplo, pueden ser leídas y releídas con constante interés por adultos y niños.

Para los días lluviosos, es posible planificar libros por colorear para los más pequeños o libritos para completar. Pensemos también en ofrecer a los más mayores libros que les hagan reflexionar.

No olvidemos que todos estos libros pueden aportar mucho a nuestros hijos, pero también ser el apoyo de una acción misionera con primos, amigos, vecinos encontrados durante las vacaciones.

Algunas familias no dudan en llevar consigo algunos ejemplares de uno o dos libros especialmente notables, para poder dejar uno en algún momento aquí o allá.

Si nuestros hijos van al catecismo o forman parte de un grupo de oración, es importante que las vacaciones sean una prolongación de todo lo que han vivido a lo largo del año.

Por eso es bueno que, en la medida de lo posible, puedan llevar consigo libros y cuadernos de catecismo, libretas, folletos o revistas que han alimentado su vida espiritual en los meses anteriores.

Los niños también deben poder llevar consigo en sus vacaciones su Biblia y el libro de la Misa. Especialmente si se van solos.

Si realmente tienen poco espacio, pueden por lo menos llevar los cuatro Evangelios en una edición de bolsillo que puede caber en cualquier lugar, incluso en un bolso de mano o en una mochila de excursionista.

3.NO OLVIDAR IR A MISA

Durante las vacaciones, cada día es como el domingo. Razón por la cual hay que señalar la especificidad de este día, comenzando por darle la primacía a la Misa.

Se pueden planear las caminatas por la naturaleza o los paseos marítimos durante la semana para que no tenga impedimentos para asistir a la misa dominical.

4.PRESTAR SU TIEMPO

Vivir como hijos de Dios no sólo es orar, aunque la oración sea vital. También significa amar a los demás, no vivir como una persona egoísta, retraída en su propio pequeño consuelo.

Mientras nos preparamos para las vacaciones familiares, preguntémonos acerca del lugar que otros ocupan en ellas. Preguntémonos, por ejemplo, si no podríamos invitar a un niño que no se va o a una persona sola; desviarnos para ver a una tía mayor y aburrida que lleva años esperando nuestra visita; dedicar tiempo para escribir verdaderas cartas a nuestros seres queridos sin conformarnos con tarjetas postales con textos redactados deprisa, etcétera.

En el mismo sentido, apoyemos la generosidad de nuestros niños que quieren ofrecer su tiempo como voluntarios.

Sin duda, no es «rentable» ni desde el punto de vista financiero ni desde el punto de vista del éxito académico. Pero es igual de importante.

Preparemos nuestras vacaciones familiares para que juntos o separados permanezcamos unidos por la oración y el amor de Dios.

Ayudemos a nuestros hijos a disfrutar plenamente de estos dos meses, en la verdadera libertad de los hijos de Dios.

Christine Ponsard

(Fuente: Aleteia)

¿Amar mi cruz o librarme de ella? Este cortometraje me dio la respuesta

¿Amar mi cruz o librarme de ella? Este cortometraje me dio la respuesta

Hace más de diez años me detectaron una enfermedad incurable. Ni bien ocurrió, intenté averiguar todo al respecto para estar preparado frente a lo que pudiera venir. Sin embargo, hay algo para lo que nadie podría haberme preparado: la gran montaña rusa que implica llevar una cruz así para toda la vida.

No creo aún haber pasado por todas las etapas, porque siempre se van renovando, casi de manera cíclica. He tenido momentos de fuerte dolor y de profunda tristeza, pero también meses enteros con la confianza de que un día Dios simplemente me va a curar. Y del mismo modo, años enteros con el temor de agravarme y no poder continuar con mis sueños.

El tiempo ordinario

Aún con todo esto, creo que la etapa más difícil para mí es lo que llamaría el «tiempo ordinario». Se me hace emocionante pensar en que se acerca la Pascua o intentar vivir de la manera más profunda el tiempo de Pentecostés: son tiempos fuertes.

Sin embargo, a veces el itinerario más difícil es el Tiempo Ordinario, donde un día se puede vivir tan fuertemente la esperanza de la Resurrección, así como el dolor de Getsemaní, sin tener quizás un camino establecido.

Pasa del mismo modo con una enfermedad incurable: cuando se agrava es muy difícil, pero de algún modo se encuentran las fuerzas. Por otro lado, en los momentos de mayor salud, la esperanza inspira a arriesgarse a muchas cosas nuevas.

Una fuerte lucha interna

Muchas veces, en el entretiempo —el «tiempo ordinario»— surge una fuerte lucha interna: «¿Debo pedir a Dios salud o debería pedirle que me ayude a amar esta cruz? ¿Son contradictorios estos deseos?».

A partir de esta experiencia escribí el monólogo «Pasos para esperar algo que nunca va a llegar». En este pequeño cortometraje, de algún modo intenté resumir lo que para mí —y quizás muchas personas en situaciones similares— es un itinerario diario de abandono.

Los pilares que he descubierto son tres

Primero, aceptar que hay un dolor fuerte en el pasado que puede habernos marcado. Aceptar que quizás más de una vez surge un ligero resentimiento con Dios y con las circunstancias exteriores. No tener vergüenza o temor de aceptar que duele y que, como todo dolor, molesta.

Segundo, evitar la culpa frente a las cosas que no podemos cambiar o que, simplemente, no dependen de nosotros: como una enfermedad o el dolor de ver a alguien amado partir. Dejar de preguntarnos qué hicimos mal y recordar que, aunque no queramos, hay muchas cosas que nos superan.

Tercero, abrazar la impotencia que la situación puede causarnos. Nos va a causar impotencia, vamos a querer hacer algo al respecto: somos humanos. Sin embargo, no por eso debemos tener miedo a decir «no puedo» o «tengo miedo», mas aun sabiendo que Jesús mismo lo hizo en Getsemaní.

Con todo, estos pilares —a mí parecer— deben ir siempre acompañados de la confianza de que más allá de todo, es Dios quien tiene nuestra vida entre sus manos y, si un día lo quiere, puede quitarnos esa cruz que alguna vez permitió que carguemos.

Incluso si es una «enfermedad incurable». Es por esto que aunque suene contradictorio, procuro vivir siempre esos «Pasos para esperar algo que nunca va a llegar»… porque, quién sabe, y quizás un día llega.

Artículo elaborado por Cristian García Zelada.

(Fuente: Catholic link)

Concibió a su hijo en una violación y rechazó abortarlo: Él “es mi mayor bendición”

Concibió a su hijo en una violación y rechazó abortarlo: Él “es mi mayor bendición"

Paula Peyton y su hijo de 2 años y medio / Crédito: Facebook de Paula Kirsten Peyton

“Un regalo honorable y sincero de Dios: Eso es lo que significa el nombre de mi hijo, quien fue concebido en una violación en grupo”, así inicia su duro testimonio de vida Paula Peyton, una conferencista y activista provida que hoy apoya a mujeres que viven una situación similar.

Paula, oriunda de Memphis, Tennessee (Estados Unidos), fue concebida en una violación en 1991 y es la madre de Caleb, un niño concebido en una violación en grupo en 2017. Actualmente se desempeña como directora ejecutiva de Hope After Rape Conception, una organización sin fines de lucro dedicada a ayudar a las madres que sufrieron violación y necesitan apoyo para criar a sus hijos.

Paula relató su historia el 5 de junio en una columna publicada en la plataforma provida Live Action.

“Sufrí un trauma la noche en que fue concebido. No se puede negar la existencia de un trauma después de que dos hombres te apuntan con una pistola y te violan de todas las formas imaginables. Honestamente, cuando terminaron conmigo, no estaba seguro de por qué Dios me salvó la vida. Mi alma simplemente se apagó y viví en un perpetuo estado de duelo”, narró Paula sobre el terrible suceso que marcó su vida para siempre.

La mujer dijo que en aquel tiempo de dificultad un miembro del clero de la confesión evangélica a la que asistía “la empujó sin parar a tomar la píldora del día siguiente”.

“En aquel entonces no estaba segura de cómo me sentía sobre el plan b, pero sabía lo suficiente como para saber que podría evitar que una persona humana única se implante en el útero durante su etapa embrionaria. Así que decidí no tomarlo y evité los numerosos mensajes de texto y llamadas telefónicas del clero”, cuenta.

Paula explica que luego del traumático suceso lloraba en todo momento, “mientras rezaba y le preguntaba a Dios porqué permitiría que continuara la tortura que soporté esa noche”.

“Me sentí desagradable, agotada, como si nunca volviera a estar completa, nunca volvería a estar limpia, nunca experimentaría alegría o la sensación de tener un propósito nuevamente. Y sentí que no tenía razón para seguir viviendo”, relató.

“Pero lo hice a través de las visitas médicas, los exámenes y los tratamientos proactivos que recibí contra las ETS, en caso de que hubiera estado expuesta a algo. Soporté los terribles efectos secundarios de la profilaxis posterior a la exposición (PEP), destinada a prevenir la transmisión del VIH. Empecé a avanzar en esta nueva existencia anormal de la que no quería formar parte”, añadió.

En vez de utilizar la píldora del día siguiente, Paula decidió cambiarla en la farmacia por una prueba de embarazo. Al poco tiempo apareció la señal de “embarazada” en la pequeña pantalla digital.

“Sonreí. Sonreí tan grande. En ese momento, supe, sin lugar a dudas, que Dios me había visto (…). Dios me dio el dolor que soporté por un propósito. Me dio una razón para vivir. Me dio el mayor regalo de amor y alegría que jamás hubiera podido imaginar: la oportunidad de ser madre de un bebé perfecto”.

Luego de ese evento, la madre dijo que sus luchas no desaparecieron, pues los miembros de la iglesia a la que pertenecía la empezaron a presionar para que abortara y otros dejaron de hablarle. Hasta le llegaron a pactar citas en clínicas abortistas sin su consentimiento,

“Me dijeron una y otra vez que mi bebé era ‘malvado’, ‘un engendro de Satanás’, ‘un recordatorio permanente de la violación’, ‘ni siquiera una persona’, ‘desagradable’, ‘un error’, ‘la razón de por qué el aborto existe’, y seguían y seguían. Esas fueron las cosas más amables que dijeron. No puedo contar la cantidad de veces que me dijeron que no podría amarlo porque fui víctima de una violación”, escribió Paula.

En su interior, la ahora conferencista pensaba: “La persona a la que intentaban convencer tanto por la naturaleza intrínsecamente malvada de lo que llamaban ‘los bebés de la violación de Satanás’, había sido concebida en una violación, y no demostré ninguna de las características horribles que me dijeron que mi hijo tendría”.

Además, de ese problema, comenzó a experimentar sangrado abundante debido a una infección producto de la violación.

“Fue la experiencia más traumática: sollozar y rogarle a Dios que perdone la vida de mi bebé, que lo fortalezca, que lo ayude a aguantar”, dijo.

Luego de que le diagnosticaron el tipo de infección, Paula tomó, por semanas múltiples, rondas de tratamientos con antibióticos.

“Lloré de miedo hasta que cesó el sangrado, y cuando finalmente lo hizo, a las 20 semanas, lloré lágrimas de acción de gracias. Dios seguía protegiendo a mi bebé, y solo una semana después, ¡descubrí que era un niño!”, narró la madre de familia.

“Cuando la gente trataba de hablarme sobre el aborto, les decía que Caleb y yo estábamos muy bien y que no podía esperar para ver su rostro, abrazarlo y ser su madre. Literalmente lo llamé por su nombre durante semanas, y todavía no podía ir a la iglesia sin que me dijeran que no era ‘demasiado tarde para arreglar esto’. Recibí ofertas de muchas personas, incluida una mujer rica, que todos querían ‘ayudarme’ financiando un viaje fuera del estado a Nuevo México para un aborto tardío”, continuó Paula.

Ella dijo que “no importaba que [su embarazo] fuera mucho más allá de la edad de la viabilidad”, que “no importaba que dejara en claro desde el principio que no quería abortar”, y que “no importaba que lo amara con cada fibra de mi ser”, pues, para las personas que la rodeaban, el niño había sido “concebido en violación” y “eso significaba que no era lo suficientemente digno como para respirar una sola bocanada de aire”.

“Según ese estándar, yo tampoco”, acotó.

No obstante, a pesar del momento tan difícil, Paula se aferró a Dios y al hecho de que Él no descarta a las personas.

Cuando su bebé nació, Paula dijo que “era el bebé más feliz que había visto en su vida”.

“Ha seguido siendo el niño más alegre. A los dos años y medio, le encanta dar abrazos y besos. Me recoge flores silvestres del jardín y me pide que haga dibujos para las personas porque dice que quiere hacerlas felices. Él ama a los bebés y quiere ser un médico superhéroe cuando crezca”, cuenta la mamá del pequeño.

“A Caleb le encanta rezar, y reza todos los días para que las mamás sean amadas y para que los bebés en sus barrigas estén seguros”, agregó.

Hoy Paula mira a su hijo y reza por aquellos que ahora están en la misma “prueba que vivimos”.

“Los planes de Dios son siempre más grandes, siempre mejores, siempre para nuestro beneficio”, aseguró.

El mensaje final de Paula es que su historia, y la de su hijo, «no es triste», sino que narra el amor ilimitado y redentor de Dios.

“Nuestra historia no es triste. Es cierto que está marcado por un trauma, pero no es triste. Nuestra historia narra el amor ilimitado y redentor de Dios, que me vio en lo más profundo de mi desesperación y me dio la mayor bendición de mi vida: un niño concebido en una violación en grupo, un niño que demasiadas personas consideraron desechable, un niño que me salvó la vida, un niño que siempre fue mi regalo sincero y honorable de Dios”, concluyó.

(Fuente: Aciprensa)