Parroquia El Buen Pastor – República Dominicana

Valor del Mes:
Honestidad
Lema del Mes:
"Hágase en mí según tu palabra" (Lc. 1, 38)

Información general sobre las Catequesis para Niños de la parroquia El Buen Pastor

Catquesis para Niños: Información General

Las catequesis son un proceso de preparación para recibir los sacramentos de Iniciación Cristiana:  Bautizo, Reconciliación, Confirmación y Primera Comunión. No buscamos como primer objetivo que nuestros niños reciban los sacramentos, sino que se vuelvan discípulos misioneros de Jesucristo.

La catequesis para recibir los Sacramentos de IC está estructurada en cuatro niveles, cada nivel dura un año.

  • 1er nivel: “Un encuentro con Dios Padre”, para niños de 7 años. Al finalizar este nivel recibe el Sacramento del Bautizo
  • 2do nivel: “Seguimos con Jesús”, para niños de 8 años.
  • 3er nivel: “Dejémonos guiar por el Espíritu”, para niños de 9 años.
  • 4to nivel: “Vamos al banquete del Señor”, para niños de 10 años. Al finalizar reciben los Sacramentos de la Confirmación y Primera Comunión.

 Requisitos

Bautizo: Puede recibir el Sacramento del Bautismo desde que nace hasta los siete años. A partir de los siete años se considera que tiene uso de razón, por lo tanto, debe recibir la catequesis adecuada para suministrarle el sacramento.

Confirmación y Primera Comunión: como mínimo debo cursar los tres últimos niveles.

 PROGRAMAS ESPECIALES

Adicional a estos niveles para impartir catequesis, servimos a través de dos grupos infantiles para que los niños continúen el discipulado de Jesús.

  • Jardín 1: “Creciendo con Jesús”, para niños de 4 a 5 años
  • Jardín 2: “Creciendo con Jesús”, para niños de 6 años

También tenemos un esquema especial, que dura dos años, para aquellos niños con más de 9 años de edad que no han recibido catequesis y desean los Sacramentos de IC.

  • Génesis 1: para niños de 9 y 10 años.
  • Génesis 2: para niños de 11 a 13 años.

Las inscripciones para la catequesis inician en julio y las clases en la primera o segunda semana de septiembre. Más información en la oficina parroquial.

Inscripciones para las Catequesis de Niños y Preadolescentes

Inscripciones para las Catequesis de Niños y Preadolescentes

Iniciaron las inscripciones de las catequesis para niños de 4 a 14 años de edad. Puede registrarse en el formulario que aparece en este link https://linktr.ee/buenpastor  y el equipo de catequistas se comunicará con usted.

La formación será cada sábado, a partir del 3 de septiembre, de 9:00 a.m. a 11:00 a.m. en el Centro Educativo El Buen Pastor.

Le esperamos.

Catequesis: «La Comunión de los Santos une a los creyentes en la tierra y en el Cielo»

Catequesis: "La Comunión de los Santos une a los creyentes en la tierra y en el Cielo"

En su catequesis de este miércoles 2 de febrero, Día en el que la Iglesia celebra la Vida Consagrada, Francisco reflexionó sobre el tema de la comunión de los santos, y recordó que gracias a ella, la relación de amistad que uno puede construir con las personas en la tierra, también puede ser establecida con aquellos que están en el Cielo. Asimismo, el Pontífice explicó que esta unión fundada en Cristo, es tan fuerte, que «no puede romperse ni siquiera por la muerte».

Sofía Lobos – Ciudad del Vaticano

El miércoles 2 de febrero, Día de la Vida Consagrada, el Papa Francisco celebró su Audiencia General en el aula Pablo VI del Vaticano acompañado por fieles y peregrinos procedentes de Italia y de tantos países del mundo.

Tras haber concluido, la semana pasada, su ciclo de catequesis centrado en la figura de San José, en esta ocasión el Santo Padre reflexionó sobre la comunión de los santos, «una importante noticia que dan los Evangelios, y que la Iglesia a lo largo de los siglos ha podido evidenciar a través de la oración y la devoción».

Iglesia: comunidad de pecadores salvados

Para responder a la cuestión fundamental sobre qué es la comunión de los santos, el Papa señaló que el Catecismo de la Iglesia Católica afirma: «La comunión de los santos es precisamente la Iglesia» (n. 946).

Esto -continuó explicando el Pontífice- no significa que la Iglesia está reservada a los perfectos, sino que es la comunidad de los pecadores salvados.

En este sentido, Francisco recordó que nuestra santidad «es el fruto del amor de Dios que se ha manifestado en Cristo», el cual nos santifica amándonos en nuestra miseria y salvándonos de ella:

«Siempre gracias a Él nosotros formamos un solo cuerpo, dice San Pablo, en el que Jesús es la cabeza y nosotros los miembros (cfr 1 Cor 12,12). Esta imagen del cuerpo nos hace entender enseguida qué significa estar unidos los unos a los otros en comunión: «Si sufre un miembro – escribe San Pablo – todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte de su gozo. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte» (1 Cor 12,26-27)».

Ni la muerte puede romper la Comunión de los Santos

Asimismo, el Papa subrayó que la alegría y el dolor «que tocan mi vida concierne a todos»; así como la alegría y el dolor «que tocan la vida del hermano y de la hermana junto a nosotros, me concierne a mí»:

De esta manera -añadió el Obispo de Roma- también el pecado de una única persona concierne siempre a todos, y el amor de cada persona concierne a todos. En virtud de la comunión de los santos, cada miembro de la Iglesia está unido a mí de forma profunda, y esta unión es tan fuerte que no puede romperse ni siquiera por la muerte. De hecho, la comunión de los santos no concierne solo a los hermanos y las hermanas que están junto a mí en este momento histórico, sino que concierne también a los que han concluido la peregrinación terrena y han cruzado el umbral de la muerte.

En Cristo, nadie puede separarnos de quienes amamos
Por otra parte, Francisco indicó que en «Cristo nadie puede nunca separarnos verdaderamente de aquellos que amamos», ya que tras la muerte, «cambia solo la forma de estar junto a ellos, pero nada ni nadie puede romper esta unión. La comunión de los santos mantiene unida la comunidad de los creyentes en la tierra y en el Cielo».

El Papa a los atletas paralímpicos: «La inclusión es la verdadera medalla de oro»
Profundizando aún más sobre la fuerte unión que se da en la Iglesia gracias a la Comunión de los Santos, el Papa destacó que la relación de amistad que puedo construir con un hermano o una hermana en la tierra, también puedo establecerla con un hermano o una hermana que están en el Cielo:

«Los santos son amigos con los que muy a menudo tejemos relaciones de amistad. Lo que nosotros llamamos devoción es en realidad una forma de expresar el amor a partir precisamente de este vínculo que nos une. Y todos nosotros sabemos que a un amigo podemos dirigirnos siempre, sobre todo cuando estamos en dificultad y necesitamos ayuda».

Contemos con los Santos, son nuestros amigos

Para el Pontífice, es siempre gracias a esta comunión «que sentimos cerca de nosotros a los santos y a las santas que son nuestros patronos», ya sea por el nombre que tenemos, por la Iglesia a la que pertenecemos, por el lugar donde vivimos, etc. Y esta es la confianza que debe animarnos siempre al dirigirnos a ellos en los momentos decisivos de nuestra vida.

Otros de los puntos que observó Francisco en su alocución, fue el hecho de que todos necesitamos amigos:

«Todos necesitamos relaciones significativas que nos ayuden a afrontar la vida. También Jesús tenía a sus amigos, y a ellos se ha dirigido en los momentos más decisivos de su experiencia humana. En la historia de la Iglesia hay constantes que acompañan a la comunidad creyente: sobre todo el gran afecto y el vínculo fortísimo que la Iglesia siempre ha sentido en relación con María, Madre de Dios y Madre nuestra. Pero también el especial honor y afecto que ha rendido a San José. En el fondo, Dios le confía a él lo más valioso que tiene: su Hijo Jesús y la Virgen María».

La oración diaria del Papa a San José

Y precisamente invocando a San José, al cual está particularmente unido, el Papa concluyó su catequesis con una oración que le recita cada día desde hace muchos años:

«Glorioso patriarca san José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan graves y difíciles que te confío, para que tengan una buena solución. Mi amado Padre, toda mi confianza está puesta en ti. Que no se diga que te haya invocado en vano y, como puedes hacer todo con Jesús y María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder.

Amén».

A continuación, compartimos la síntesis de la catequesis que el Santo Padre pronunció en español:

«Queridos hermanos y hermanas:

Hoy en la catequesis reflexionamos sobre la comunión de los santos. Esto nos evoca las veces en que les pedimos su ayuda en nuestras necesidades. Pero incluso cuando nos encomendamos a su intercesión, nuestra oración y nuestras devociones sólo encuentran valor si están unidas a Jesús. San Pablo nos ayuda a entender qué significa estar unidos los unos a los otros en comunión con la imagen del cuerpo: Cristo es la cabeza y nosotros los miembros. «La comunión de los santos es precisamente la Iglesia», que no es una comunidad de perfectos sino de pecadores salvados.

Nuestra alegría y dolor tocan también la vida de los demás, y esto pasa no sólo con quienes coinciden con nosotros en este momento histórico, sino también con la comunidad de creyentes que ya está en el Cielo, con quienes entablamos una amistad que nos une a ellos a través de la “devoción”. Ellos nos acompañan, sobre todo en los momentos de dificultad y sufrimiento».

(Fuente: Vatican News)

Inician las inscripciones para las catequesis de niños

Inician las inscripciones para las catequesis de niños

Cada pequeño tiene un espacio especial en nuestras Catequesis, dirigidas a niños de 3 a 13 años, con el objetivo de formarse en los sacramentos de Iniciación Cristina.

La preparación para los tres primeros sacramentos dura cuatro años, cuatro niveles, para niños a partir de los siete años de edad, pero nuestra parroquia ha creado dos programas especiales: Nivel Jardín, para infantes de 3 a 5 años, en donde aprenderán sobre la Iglesia, la misa y otros temas de acuerdo a su etapa de vida; y el Nivel Génesis para los chicos de 9 a 13 años. 

Las clases iniciarán a partir del 4 de septiembre, vía Zoom y tienes hasta el 30 de septiembre para apuntarlos.

Inscríbelos aquí https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSc_vGgtOl1jSkpF4dUtbne8lSjYE-KwiqREVDWVe60UL23JKw/viewform?usp=sf_link

Para mayor información, por favor llamar a la oficina parroquial.

Nuevas Cápsulas de Formación mensual

Nuevas Cápsulas de Formación mensual

La Parroquia El Buen Pastor, a través de su Pastoral Familia y Vida, preocupada por el bienestar y el crecimiento de las familias, ha querido traer Cápsulas de Formación mensual.

Las podrás disfrutar, en estreno, los 2dos lunes de cada mes, a las 8:00 p. m., por el canal de Youtube del Buen Pastor.

No te pierdas la primera cápsula, este lunes 12 de Abril, con el tema «De la Resurrección a Pentecostés, alforja para el camino», a cargo del Padre Miguel Ernesto Cosme.

Te esperamos.

¿Sabías que puedes obtener indulgencia plenaria en Semana Santa? Aquí te decimos cómo

¿Sabías que puedes obtener indulgencia plenaria en Semana Santa? Aquí te decimos cómo

Durante la Semana Santa se puede obtener para uno mismo o para los difuntos el don de la indulgencia plenaria si se realiza una de las siguientes obras establecidas por la Iglesia.

Una indulgencia plenaria es una gracia que concede la Iglesia Católica, por los méritos de Jesucristo, María y todos los santos, para borrar la pena temporal que queda como consecuencia del pecado.

La indulgencia aplica a pecados ya perdonados. Se puede decir que con la indulgencia plenaria limpia el alma y la deja como si el fiel recién se hubiera bautizado.

Jueves Santo
1. Si durante la solemne reserva del Santísimo Sacramento, que sigue a la Misa de la Cena del Señor, se recita o canta el himno eucarístico “Tantum Ergo” (Adorad Postrados).

2. Si se visita por espacio de media hora el Santísimo Sacramento reservado en el Monumento para adorarlo.

Viernes Santo
1. Si se asiste piadosamente a la adoración de la Cruz en la solemne celebración de la Pasión del Señor.

2. Si se participa piadosamente del Vía Crucis.

Sábado Santo
Si dos o más personas rezan el Santo Rosario.

Si se asiste a la celebración de la Vigilia Pascual por la noche; y en ella se renuevan las promesas del Bautismo, lo que hace parte de la liturgia de esa Misa.

Condiciones en todos los casos:

Para obtener la indulgencia plenaria, además de haber realizado la obra concreta mencionada en la lista anterior, se requiere el cumplimiento de las siguientes condiciones:

1. Exclusión de todo afecto hacia cualquier pecado, incluso venial.

2. Confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Papa: Estas tres condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de la ejecución de la obra para ganar la indulgencia; pero conviene que la comunión y la oración se realicen el mismo día en que se cumple la obra.

Es oportuno señalar que con una sola confesión sacramental se puede obtener varias indulgencias. Sin embargo, conviene que se reciba frecuentemente la gracia del sacramento de la Penitencia, para ahondar en la conversión y en la pureza de corazón.

También es necesario precisar que con una sola comunión eucarística y una sola oración por las intenciones del Santo Padre solo se gana una Indulgencia Plenaria.

La condición de orar por las intenciones del Sumo Pontífice se cumple si se reza intención un solo Padre Nuestro y Ave María; pero se concede a cada fiel cristiano la facultad de rezar cualquier otra fórmula, según su piedad y devoción.

Indulgencias en pandemia

Fuentes del Vaticano indicaron a ACI Prensa que, allí donde hay dificultades para asistir al culto durante esta Semana Santa 2021, se aplica el decreto de indulgencias en situación de pandemia del 20 de marzo de 2020.

En el decreto se concede una indulgencia plenaria especial a los enfermos por el COVID-19, así como a los profesionales de la salud, familiares y todos aquellos que se involucren en la lucha contra la epidemia, también por medio de la oración.

El decreto señala que la Penitenciaría Apostólica del Vaticano “concede de buen grado, en las mismas condiciones, la indulgencia plenaria con ocasión de la actual epidemia mundial, también a aquellos fieles que ofrezcan la visita al Santísimo Sacramento, o la Adoración Eucarística, o la lectura de la Sagrada Escritura durante al menos media hora, o el rezo del Santo Rosario, o el ejercicio piadoso del Vía Crucis, o el rezo de la corona de la Divina Misericordia, para implorar a Dios Todopoderoso el fin de la epidemia, el alivio de los afligidos y la salvación eterna de los que el Señor ha llamado a sí”.

Puede leer el decreto completo AQUÍ.

(Fuente: Aciprensa)

¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año?

¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año?

Imagen referencial / Crédito: Unsplash

Cada año varían las fechas del Jueves Santo, Viernes Santo, Sábado de Gloria y Domingo de Resurrección, y existe una razón histórica para ello.

Para los católicos, la Semana Santa es la celebración más importante del calendario litúrgico porque se recuerda la resurrección de Jesús. De hecho, durante los tres primeros siglos de la fe era la única fiesta que se celebraba.

El origen de la fecha se debe a que la muerte de Cristo ocurrió cerca de la Pascua Judía. Los Evangelios se refieren a esta celebración en el pasaje bíblico de la Última Cena, cuando Jesús se reúne con sus discípulos para celebrar la fiesta en la que los judíos recordaban su salida de Egipto.

Los judíos, de acuerdo a sus normas, deben renovar cada año esta celebración el día 15 del mes de Nisán, que empieza con la primera luna nueva de primavera: es decir, el primer plenilunio de primavera, independientemente del día de la semana que toque.

Luna llena

Con el paso del tiempo, y aunque algunas regiones en el mundo se resistían, la Iglesia comenzó a unificar la fecha de la Pascua. Desde el I Concilio Ecuménico de Nicea en el año 325, la Semana Santa se celebra el primer domingo de luna llena después del equinoccio primaveral (alrededor del 21 de marzo).

Al principio se tenía en cuenta que no coincidiera con la celebración de la Pascua Judía, pero con el paso del tiempo se fue perdiendo esta costumbre, al menos en Occidente.

Así el Domingo de Pascua acontece en un paréntesis de 35 días, entre el 22 de marzo y el 25 de abril.

Las fechas de Pascua se repiten en un periodo de 5.7 millones de años y en ese intervalo de tiempo la fecha más frecuente es el 19 de abril. La mayoría de las veces la Semana Santa cae durante la primera o segunda semana de abril.

Visite AQUÍ nuestro especial de Semana Santa.

(Fuente: ACI Prensa)

El Papa: la alabanza purifica, tengamos el coraje de decir «Bendito eres, oh Señor»

El Papa: la alabanza purifica, tengamos el coraje de decir "Bendito eres, oh Señor"

La alabanza purifica y nos abre el camino hacia el Señor. Dios, nuestro amigo fiel, “es el centinela” que nos hace “avanzar con seguridad”. Es, en extrema síntesis, lo que dijo el Papa Francisco en su catequesis de este miércoles sobre la oración, en la que aseguró que “alabando, somos salvados”. Como San Francisco de Asís, que, en el momento más oscuro de su vida, ya estando casi ciego y sintiendo los pasos de la muerte, con la percepción de que el mundo no había cambiado desde el inicio de su predicación, rezó, “Laudato si’, mi Señor”. “Tengamos el coraje de decir – animó el Papa hoy – ‘Bendito eres, oh Señor’».

La oración de alabanza ha sido el tema de la catequesis del Papa Francisco en este miércoles 13 de enero. El Santo Padre hizo referencia a un pasaje crítico de la vida de Jesús, después de los primeros milagros y de la implicación de los discípulos en el anuncio del Reino de Dios. 

Juan el Bautista, que estaba en la cárcel atravesando un momento de oscuridad, duda si se equivocó en el anuncio. Y le hace llegar este mensaje: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?». Precisamente entonces, el evangelista Mateo relata un hecho “sorprendente”, dijo el Papa: Jesús no eleva al Padre un lamento, sino eleva un himno de júbilo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños». Es decir, – puntualizó Francisco – en plena crisis, en plena oscuridad en el alma de tanta gente, como Juan el Bautista, Jesús bendice al Padre, alaba al Padre”. Pero, – planteó el Santo Padre – ¿por qué?

Alabar a Dios por los que acogen el Evangelio

Jesús alaba al Padre “por lo que es”, dijo. Es decir, porque es el “Señor del cielo y de la tierra”. Sabe y siente que su Padre es el Dios del universo, y sabe que el Señor de todo lo que existe es el Padre. “De esta experiencia de sentirse ‘hijo del Altísimo’ brota la alabanza”.

Jesús se siente hijo del Altísimo. Y después Jesús alaba al Padre porque favorece a los pequeños. Es lo que Él mismo experimenta predicando en los pueblos: los “sabios” y los “inteligentes” permanecen desconfiados y cerrados, hacen cálculos, mientras que los “pequeños” se abren y acogen el mensaje. Esto solo puede ser voluntad del Padre, y Jesús se alegra.

De este modo, “también nosotros – continuó el Papa – debemos alegrarnos y alabar a Dios porque las personas humildes y sencillas acogen el Evangelio”. En el futuro del mundo y “en las esperanzas de la Iglesia están siempre los pequeños”, afirmó. Son “aquellos que no se consideran mejores que los otros, que son conscientes de los propios límites y de los propios pecados, que no quieren dominar sobre los otros”. Se reconocen “todos hermanos”. Por eso la oración de Jesús en ese momento de “aparente fracaso”, conduce “también a nosotros, lectores del Evangelio, a juzgar de forma diferente nuestras derrotas personales, a juzgar de manera diferente las situaciones en las que no vemos clara la presencia y la acción de Dios, cuando parece que el mal prevalece y no hay forma de detenerlo”.

Jesús, que también recomendó mucho la oración de súplica, precisamente en el momento en el que habría tenido motivo de pedir explicaciones al Padre, sin embargo, lo alaba.

Practicar la alabanza sobre todo en los momentos oscuros

Alabando, somos salvados. Lo recuerda, continuó Francisco, “un texto de la liturgia eucarística que invita a rezar a Dios de esta manera”: «Aunque no necesitas nuestra alabanza, tú inspiras en nosotros que te demos gracias, para que las bendiciones que te ofrecemos nos ayuden en el camino de la salvación por Cristo, Señor nuestro». Y “la oración de alabanza nos sirve a nosotros”, porque, tal como la define el Catecismo, ella es una participación «en la bienaventuranza de los corazones puros que le aman en la fe antes de verle en la gloria». Así, “debe ser practicada no solo cuando la vida nos colma de felicidad, sino sobre todo en los momentos difíciles, en los momentos oscuros, cuando el camino sube cuesta arriba”.

Como Jesús, que en el momento de oscuridad alaba al Padre.

Es “para que aprendamos que, a través de esa cuesta, de ese sendero fatigoso, de esos pasajes arduos, se llega a ver un panorama nuevo, un horizonte más abierto”.

La alabanza es como respirar oxígeno puro: te purifica el alma, te hace mirar más allá, no quedas encerrado en el difícil y oscuro momento de las dificultades.

El centinela que nos hace avanzar con seguridad

La oración que San Francisco compuso al final de su vida, el “Cántico de las criaturas”, constituye una gran enseñanza sobre esto, explicó el Santo Padre. El Pobrecillo no lo compuso en un momento de alegría, en un momento de bienestar, sino al contrario, en medio de las dificultades. Estando ya “casi ciego”, sintiendo en su alma “el peso de una soledad que nunca antes había sentido”, pues el mundo no había cambiado desde el inicio de su predicación, y sintiendo además que se acercaban “los pasos de la muerte”. En ese momento que podría ser de “desilusión extrema” y de “percepción del propio fracaso”, Francisco “reza”. Reza alabando al Señor: “Laudato si’, mi Señor…”.

Francisco alaba a Dios por todo, por todos los dones de la creación, y también por la muerte, que con valentía la llama «hermana», «hermana muerte». Estos ejemplos de los santos, de los cristianos, también de Jesús, de alabar a Dios en los momentos difíciles, abren las puertas de un camino muy grande hacia el Señor y nos purifican siempre. La alabanza siempre purifica.

Los santos y las santas – concluyó el Pontífice – nos demuestran que se puede alabar siempre, en las buenas y en las malas, porque Dios es el Amigo fiel.

Este es el fundamento de la alabanza: Dios es el Amigo fiel y su amor nunca falla. Siempre Él está a nuestro lado, Él nos espera siempre.

Recordando a alguien que solía decir que Dios «es el centinela que está cerca de ti y te hace avanzar con seguridad», el Sumo Pontífice alentó a que, en los momentos difíciles y oscuros, “tengamos el coraje” de decir: «Bendito eres, oh Señor».

Alabar al Señor. Esto nos hará mucho bien.

(Fuente: Vatican News)

¿Qué es la comunión de los santos?

¿Qué es la comunión de los santos?

ESCUDERO Patrick / hemis.fr / hemis.fr / Hemis via AFP

La Iglesia, pero en un sentido más amplio de lo habitual

¿Qué significa comunión? Esta palabra es la unión de otras dos: Común y unión. Comunión es pues una unión en común, unidad en algo en común.

¿Cuáles son los santos? Son los cristianos, los miembros de la Iglesia. Es lo que confirma san Pablo cuando dice, por ejemplo:

“Pablo, apóstol de Cristo Jesús,…a los santos de Colosas, hermanos fieles en Cristo…» (Col 1, 2).

“Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Os saludan los hermanos que están conmigo. Os saludan todos los santos…» (Flp 4, 21-22).

… ¿Y qué es la Iglesia, sino la asamblea de todos los santos? La comunión de los santos es precisamente la Iglesia” (Catecismo, 946).

Entre estos cristianos hay una unidad en común: lo que une a estos cristianos o miembros de la Iglesia es, principalmente y entre otras realidades, el sacramento del bautismo.

Aquí los santos son los bautizados en general, llamados a vivir santamente, llamados a ser santos en el cielo.

La comunión de los santos es la común unión que existe entre Jesucristo, Cabeza de la Iglesia, y sus miembros (los bautizados), y la común unión de estos entre sí.

Y la común unión entre los cristianos, gracias al bautismo, no es sólo entre los que peregrinan todavía en este mundo sino que también entre y con los que están en el purgatorio y en el cielo.

Todos estos cristianos son miembros de la Iglesia, de una Iglesia en tres estados: la Iglesia militante (la de la tierra), la Iglesia purgante y la Iglesia triunfante (Catecismo, 954). No son tres Iglesias sino una: la santa Iglesia católica.

Entre todos estos santos circulan bienes espirituales: los de la tierra honran a los del cielo y se encomiendan a su intercesión, y oran por los que están en la etapa de la purgación, y estos también interceden a favor de los que están en la tierra, y los del cielo interceden por los demás.

“La expresión “comunión de los santos” tiene, pues, dos significados estrechamente relacionados: comunión en las cosas santas y comunión entre las personas santas” (Catecismo, 948).

(Fuente: Aleteia)

Catequesis del Papa: Jesús nos ha regalado su diálogo de amor con el Padre

Catequesis del Papa: Jesús nos ha regalado su diálogo de amor con el Padre

En la audiencia general del último miércoles de octubre, continuando con su ciclo de catequesis sobre la oración, el Santo Padre reflexionó sobre el bautismo de Jesús y su primera oración terrenal, recordando que como ese día a orillas del Jordán, “cuando nosotros rezamos Él está rezando con nosotros ”.

La oración de Jesús a orillas del Jordán es la oración de todos los bautizados en Cristo: lo recordó el Papa Francisco esta mañana, en la tradicional audiencia general del miércoles celebrada en el Aula Pablo VI. Continuando con su ciclo de catequesis dedicado a la oración, tras haber recorrido el Antiguo Testamento, el Pontífice se detuvo en la figura de Jesús y el comienzo de su misión publica, que tuvo lugar con su bautismo en el río Jordán, donde el pueblo reunido en espíritu de oración recibía de Juan el bautismo de penitencia.

El primer acto público de Jesús es por tanto la participación en una oración coral del pueblo, una oración penitencial, donde todos se reconocían pecadores

Hablando a los fieles, romanos y peregrinos presentes en el Aula Nervi, el Papa evidenció que aunque Jesús no lo necesitaba, quiso ser bautizado en obediencia a la voluntad del Padre y en solidaridad con nuestra condición humana. Él reza con los pecadores del pueblo de Dios.

“Jesús es el justo, no es el pecador. Pero Él quiso descender hasta nosotros pecadores, y Él reza con nosotros, y cuando nosotros rezamos Él está con nosotros rezando. Él está con nosotros porque está en el cielo rezando por nosotros. Siempre. Jesús siempre reza con su pueblo, siempre reza con nosotros. Nunca rezamos solos, siempre rezamos con Jesús. No se queda en la orilla opuesta del río, – “yo soy justo, ustedes son pecadores” – para marcar su diversidad y distancia del pueblo desobediente, sino que sumerge sus pies en las mismas aguas de purificación.”

“Y ésta – precisó el Papa – es la grandeza de Dios que envió a su Hijo y se anuló a sí mismo y apareció como un pecador”.

Jesús no es un Dios lejano

De esta manera, Jesús se muestra cercano al pueblo pecador y desobediente, le abre camino y lo invita a seguirlo:

“Jesús no es un Dios lejano, y no puede serlo. La encarnación lo reveló de una manera completa y humanamente impensable. Así, inaugurando su misión, Jesús se pone a la cabeza de un pueblo de penitentes, como encargándose de abrir una brecha a través de la cual todos nosotros, después de Él, debemos tener la valentía de pasar.”

El Santo Padre subraya que ese día, a orillas del río Jordán, estaba “toda la humanidad, con sus anhelos inexpresados de oración”, sobre todo el pueblo de los pecadores:

Esos que pensaban que no podían ser amados por Dios, los que no osaban ir más allá del umbral del templo, los que no rezaban porque no se sentían dignos. Jesús ha venido por todos, también por ellos, y empieza precisamente uniéndose a ellos.

Jesús reza con nosotros y abre la puerta de los cielos

El Papa Francisco recuerda además «el clima de oración en el que tuvo lugar el bautismo de Jesús”, durante el cual el evangelista Lucas relata que, mientras Jesús rezaba “se abrió el cielo”. «Rezando, Jesús abre la puerta de los cielos, y de esa brecha desciende el Espíritu Santo. Y desde lo alto una voz proclama la verdad maravillosa: «Tú eres mi Hijo; yo hoy te he engendrado»».

“Esta sencilla frase encierra un inmenso tesoro: nos hace intuir algo del misterio de Jesús y de su corazón siempre dirigido al Padre. En el torbellino de la vida y el mundo que llegará a condenarlo, incluso en las experiencias más duras y tristes que tendrá que soportar, incluso cuando experimenta que no tiene dónde recostar la cabeza, también cuando el odio y la persecución se desatan a su alrededor, Jesús no se queda nunca sin el refugio de un hogar: habita eternamente en el Padre.”

La oración de todos los bautizados

«En la oración de Jesús – explica el Papa – el Espíritu Santo toma posesión de su persona y la voz del Padre atestigua que Él es el amado, el Hijo en el que Él se refleja plenamente. Una oración que es totalmente personal y así será durante toda su vida terrena” y “en Pentecostés se convertirá por gracia en la oración de todos los bautizados en Cristo. Él mismo obtuvo este don para nosotros, y nos invita a rezar como Él rezaba”.

“Por esto, si en una noche de oración nos sentimos débiles y vacíos, si nos parece que la vida haya sido completamente inútil, en ese instante debemos suplicar que la oración de Jesús se haga nuestra. Escucharemos entonces una voz del cielo, más fuerte que la que sube de los bajos fondos de nosotros mismos, susurrando palabras de ternura: ‘Tú eres el amado de Dios, tú eres hijo, tú eres la alegría del Padre de los cielos’”

El don de Jesús: su oración, diálogo de amor con el Padre

Finalmente, el Santo Padre recuerda que es “por cada uno de nosotros que se hace eco la palabra del Padre: aunque fuéramos rechazados por todos, pecadores de la peor especie. Jesús no bajó a las aguas del Jordán por sí mismo, sino por todos nosotros. Ha abierto los cielos, como Moisés había abierto las aguas del mar Rojo, para que todos pudiéramos pasar detrás de Él. Jesús nos ha regalado su propia oración, que es su diálogo de amor con el Padre. Nos lo dio como semilla de la Trinidad, que quiere echar raíces en nuestro corazón. ¡Acojámoslo! Acojamos este don, el don de la oración. Siempre con Él.

(Fuente: Vatican News)