Viera Martínez, una hermana de nuestra parroquia El Buen Pastor, nos cuenta su testimonio sobre un sacramental que tanto deseaba. Tal vez te preguntes qué es un ‘sacramental’ y debes saberlo para poder entender la historia.
Los sacramentales son signos sagrados, muchas veces con materia y forma, por medio de los cuales se reciben efectos espirituales y que son actos públicos de culto y santificación. Pueden ser “cosas” o “acciones”, por la intercesión de la Iglesia (Cfr. CIC. no.1166). Algunos ejemplos son el agua bendita, objetos religiosos benditos y la señal de la Cruz.
Aquí la historia de Viera.
Hace aproximadamente tres años, el Señor me dio un gran regalo, un regalo que nunca pensé que iba a tener. Deseaba en mi corazón una reliquia de San Pío de Pietrelcina, deseaba un trocito de alguna ropa, de alguna prenda del Santo, pero me decía: «¿Y cómo?»
Los años pasaron y mi devoción por este santo crecía y siempre me decía: «Señor quisiera tanto una reliquia?» Pero cómo podría yo obtener alguna reliquia, eso es para gente muy especial del Señor.
Un día en un retiro, uno de los predicadores ofreció, a quien deseara, orar junto a las reliquias que él llevaba consigo de San Pío. El charlista es amigo de un anciano que era amigo del padre Pío y este señor le había regalado trozos de la sangre del santo, de su barba y de su ropa. Luego del retiro, le pedí que si podía rezar con esas reliquias y él amablemente me las prestó un ratito.
Días después me encontré con este chico y le manifesté que yo tenía un gran deseo de poder algún día tener alguna reliquia del Santo. Para mi sorpresa, me quedé estupefacta cuando él abrió su mochila, sacó un rosario que contenía una reliquia, UNA RELIQUIA DE PRIMER GRADO —según el hermano —, que también había reposado sobre el altar donde el santo padre ofrecía misas y sobre la tumba donde reposa su cuerpo incorrupto. Y me dijo: «El padre Pío tenía este regalo reservado para ti».
¡Yo me quedé estupefacta, yo no lo podía creer! Me puse el rosario durante dos semanas, de verdad que sentía que flotaba. ¡Yo estaba tan feliz y tan agradecida con Dios!
Antes de que todo eso ocurriera, había sentido una palabra en mi corazón. Semanas antes de este retiro, Jesús me hizo sentir ir a orar por los enfermos al hospital, pero que antes de ello Él pondría algo en mi pecho —nunca me imaginé lo que sería—.
Cuando perdí la reliquia
Estuve en unos servicios cantando misa. Recuerdo ese domingo haber cantado misas y un retiro y luego tenía una reunión con una religiosa. En el camino, el rosario se me extravió. Yo me entristecí mucho porque había perdido algo tan preciado.
Por más que pregunté y busqué y traté de recuperarlo no pude lograrlo, pero dije: «Madre si tú quieres, aparecerá».
Decidí no sufrir más, porque de verdad que fue una pérdida grande, ya sabrán lo que es perder un regalo de tal magnitud.
Pero gracias a Dios, al final de la misa de la noche de la Pascua de Resurrección, la hermana Ugier se acercó a mí con el rosario que tenía la reliquia y me dijo: «Estaba esperando verla para entregársela». ¡HABÍA VUELTO A MÍ!
Ella me había dado una bola a una reunión que tenía. Cuando íbamos orando en el camino, se me quedó el rosario en su auto, durante 9 meses no estuvo conmigo, y esa noche de Pascua ella me dijo que imaginó que me vería en la misa, por eso lo llevó en sus manos. Le di un abrazo que no la quería soltar. ¡QUÉ FELICIDAD!
Hace tiempo sentía que debía darle un significado mayor y tratar las cosas santas con más delicadeza, entonces ahora tengo un relicario con un trozo de la ropa de mi amado padre Pío.
¡Qué bueno es Dios!
Grados de las reliquias
El director del ministerio Tesoros de la Iglesia, P. Martins, explicó a ACI Prensa que las reliquias se dividen en varios tipos, como las de “primera clase” o también llamadas de primer grado, que son “el cuerpo o los fragmentos del cuerpo de un santo, como carne o un hueso”.
Indicó que también que existen las reliquias de “segunda clase”, que son “algo que le perteneció al santo como una camisa o un libro (o los fragmentos de esos objetos)”, y finalmente están las de “tercera clase”, que son “los objetos que el santo tocó o que han sido tocados por una reliquia de primera, segunda u otra de tercera clase”.
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