Homilía en el Día de Pentecostés: Si no hay Espíritu Santo, no nos entenderemos
Foto de archivo
El padre Catalino Tejada Ramírez, en su homilía de este Domingo de Pentecostés, compartió una de las oraciones más antiguas al Espíritu Santo, ¡Ven Espíritu Divino! , y la canción «Derrama tu lluvia», de 4×7, como opciones para invocar la presencia real de Dios a través del Paráclito, el que Jesús entrega hoy con un soplo.
En la primera lectura, que recoge la historia de la Torre de Babel, nuestro párroco comparó este relato con la incomprensión que a veces existe en los matrimonios o hasta en la Iglesia, y exhortó a llamar y vivir en la presencia del Espíritu Santo para resolver las adversidades que se suman a estos tiempos de pandemia.
«El miedo nos paraliza. ¿Qué te da hoy el Señor? Paz. Paz a ustedes que no encuentran qué hacer, que están sin trabajo», dijo.
Nuestro pastor agregó: «Reciban el Espíritu Santo que se lo da la Iglesia y llévenlo».
Del evangelio de hoy, el padre Catalino resaltó también la institución del sacramento de la Confesión «a quienes les perdonen los pecados, les serán perdonados», (Juan 20: 23).
«¿Cuál es la buena noticia? Que el Señor perdona nuestros pecados, nos manda al Espíritu Santo y nos hace gritar que somos hijos de Dios», señaló nuestro párroco.
Al finalizar, el sacerdote felicitó a todas las madres en su día.
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-23):
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Esperemos conectados el derramamiento del Espíritu Santo este sábado a las 6:00 de la tarde, en la transmisión de la Solemne Vigilia de Pentecostés, que será oficiada por nuestro párroco, padre Catalino Tejada Ramírez.
El domingo 31, Día de Pentecostés, la Eucaristía será transmitida a las 11:00 de la mañana a través de nuestros canales de Youtube, Parroquia El Buen Pastor; Facebook, PBuenPastor, y nuestra página oficial, elbuenpastor.org.do.
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La Virgen María es la doncella escogida por Dios para ser la Madre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre Nuestra. Su nombre, que en hebreo es Miriam, significa señora, princesa.
Por ello, al concluir el mes mariano, te presentamos nueve canciones dedicadas a la Reina del Cielo, acompañadas de algunas reflexiones de la Lumen Gentium, constitución dogmática sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II.
1. Madre del Silencio (Canto Católico)
“Así María, hija de Adán, al aceptar el mensaje divino, se convirtió en Madre de Jesús, y al abrazar de todo corazón y sin entorpecimiento de pecado alguno la voluntad salvífica de Dios, se consagró totalmente como esclava del Señor a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención con El y bajo El, con la gracia de Dios omnipotente». Lumen Gentium 56.
2. La esclava del Señor (Franklin Conil)
“Redimida de modo eminente, en previsión de los méritos de su Hijo, y unida a Él con un vínculo estrecho e indisoluble, está enriquecida con la suma prerrogativa y dignidad de ser la Madre de Dios Hijo, y por eso hija predilecta del Padre y sagrario del Espíritu Santo”. Lumen Gentium 53.
3. Contigo, María (Athenas)
“La Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original, terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial y fue ensalzada por el Señor como Reina universal con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo”. Lumen Gentium 59.
4. Intercede (Son by Four)
“Uno solo es nuestro Mediador según las palabra del Apóstol: ‘Porque uno es Dios, y uno también el Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo para redención de todos’ (1 Tm 2, 5-6). Sin embargo, la misión maternal de María para con los hombres no oscurece ni disminuye en modo alguno esta mediación única de Cristo, antes bien sirve para demostrar su poder”. Lumen Gentium 60.
5. Ella es (Hermana Inés de Jesús)
“Con su amor materno se cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada. Por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora”. Lumen Gentium 62.
6. María (Sara Torres)
“La Virgen fue en su vida ejemplo de aquel amor maternal con que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres”. Lumen Gentium 65.
7. Ave María, escúchame (Sara María Causado)
«María, ensalzada, por gracia de Dios, después de su Hijo, por encima de todos los ángeles y de todos los hombres, por ser Madre santísima de Dios, que tomó parte en los misterios de Cristo, es justamente honrada por la Iglesia con un culto especial. Y, ciertamente, desde los tiempos más antiguos, la Santísima Virgen es venerada con el título de «Madre de Dios», a cuyo amparo los fieles suplicantes se acogen en todos sus peligros y necesidades. Lumen Gentium 66.
8. María (Verónica Sanfilippo)
«Mientras tanto, la Madre de Jesús, de la misma manera que, glorificada ya en los cielos en cuerpo y en alma, es imagen y principio de la Iglesia que habrá de tener su cumplimiento en la vida futura, así en la tierra precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor». Lumen Gentium 68.
9. Reina del Cielo (Athenas)
«Ofrezcan todos los fieles súplicas apremiantes a la Madre de Dios y Madre de los hombres para que ella, que ayudó con sus oraciones a la Iglesia naciente, también ahora, ensalzada en el cielo por encima de todos los ángeles y bienaventurados, interceda en la comunión de todos los santos ante su Hijo hasta que todas las familias de los pueblos, tanto los que se honran con el título de cristianos como los que todavía desconocen a su Salvador, lleguen a reunirse felizmente, en paz y concordia, en un solo Pueblo de Dios, para gloria de la Santísima e indivisible Trinidad”. Lumen Gentium 69.
¿Necesitas aumentar tu fe? participa de la conferencia con monseñor Víctor Masalles
La Pastoral Familia y Vida de la Parroquia El Buen Pastor te invita a la conferencia “Aumenta mi Fe», a cargo del obispo de la Diócesis de Baní, monseñor Víctor Masalles.
El encuentro es hoy, a las 8:00 de la noche, vía Zoom, Dale click aquí y únete a esta imperdible charla. ID de reunión: 871 6346 9075
Si no tienes la posiblidad de entrar, recuerda que será subida a nuestro canal de Youtube, Parroquia el Buen Pastor
Un diagnóstico poco esperanzador que le trajo la paz y el milagro de la maternidad
Fernando Ortiz y su esposa Stephanie Florentino en la celebración del baby shower de Daniel.
Stephanie Florentino es una seguidora de Jesús. Su vida de fe alcanza los 13 años y dice que no se ha visto más tentada en abandonar a Dios que cuando tuvo su segunda pérdida de embarazo. Sin embargo, no soltó al Señor en su dolor, su comunidad le apoyó y frente a la situación genética que le impedía concebir, Jesús hizo la obra.
Ella y su esposo Fernando Ortiz, luego de dos años de casados, quedaron embarazados, pero el bebé no se desarrolló y los médicos procedieron a realizarle un legrado.
La tristeza llegó, pero su comunidad y la oración fueron su aliado. Quedaron nueva vez embarazados en la misma fecha que su gestación anterior, sin embargo, dos semanas después, perdió al bebé. No podía creer que la escena se repetía a pesar del cuidado médico.
“No tenía la fortaleza de pasar por esta situación una y otra y otra vez”, dijo Stephanie al contarnos su historia.
“Yo sé que vendrás, llegarás así a mi vida y brillo le darás, yo sé, será una realidad, y aunque ahora tenga dudas confío que será. Te esperaré…” Esta es una estrofa de una canción que escribió Stephanie con su guitarra y un corazón destrozado, con el que le siguió sirviendo al Señor y poniendo en su entrega la petición de su bebé.
El diagnóstico
Ella podía estar en un círculo de intentos fallidos debido a que era una anomalía en sus cromosomas, según los médicos.
“Estaba cansada de especialistas y estudios costosos que no brindan ninguna solución a mi problema, hasta que me encontré con un genetista que me dio un diagnóstico que podría escucharse poco esperanzador, pero de todos fue el que me hizo más feliz: “Tu necesitas sanar tu corazón. No hay nada que se pueda hacer medicamente. Si crees en algo divino, solo te queda eso”.
Comencé a llorar, pero de emoción, era lo que necesitaba escuchar para recordad que tengo un Dios demasiado grande para el cual nada es imposible, y una vez terminado con todo el proceso de evaluación le dije a Dios: ¡Esto era todo lo que necesitaba escuchar, que estoy en tus manos y de nadie más!”, compartió en su cuenta de Instagram.
Revelación
Pocas semanas después, el Señor le confirmó en un retiro de sanación, que ese año iba a concebir a su bebé y que para inicios del año próximo estaría en sus brazos.
“Tomé fuerzas del Espíritu Santo. Lo creí. Se me fue la depresión y volvimos a intentarlo. Quedé embarazada y los síntomas fueron peores que los anteriores. Estaba super asustada, pero me decía “Señor esto viene de ti””, afirmó.
Una madrugada, nos cuenta, durante sus primeros tres meses de embarazo y con licencia médica estricta, despertó con un abundante sangrado, tanto que creyó que había perdido al bebé.
“Cuando me acosté nueva vez, después de ir al baño, me llegó a la mente: “Recuerda que Daniel estuvo en el foso de los leones y no le pasó nada”. En ese momento tuve tanta paz, me calmé, seguimos orando y aquí estamos”, narró.
La mami Stephanie Florentino con su bebé Daniel en su primer día de nacido.
Daniel Bienvenido Ortiz Florentino nació el 6 de mayo de 2020 lleno del amor de sus padres y aunque la cuarentena por la pandemia del coronavirus COVID – 19 está presente, su milagro es más grande.
Espíritu Santo. Crédito: Waiting for the Rules (CC-BY-2.0)
Desde la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, en Pentecostés, los cristianos son conscientes de los dones con los que asiste al creyente la tercera Persona de la Trinidad.
El Catecismo de la Iglesia católica, en el número 1830, explica que “la vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo”.
Descubramos, entonces, cuáles son y en qué consisten estos dones:
1. Sabiduría Es el don de entender lo que favorece y lo que perjudica al proyecto de Dios. Él fortalece nuestra caridad y nos prepara para una visión plena de Dios.
El mismo Jesús nos dijo: “Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros” (Mt 10, 19-20).
La verdadera sabiduría trae el gusto de Dios y su Palabra.
2. Entendimiento Es el don divino que nos ilumina para aceptar las verdades reveladas por Dios. Mediante este don, el Espíritu Santo nos permite escrutar las profundidades de Dios, comunicando a nuestro corazón una particular participación en el conocimiento divino, en los secretos del mundo y en la intimidad del mismo Dios.
El Señor dijo: “Les daré corazón para conocerme, pues yo soy Yahveh” (Jer 24,7).
3. Consejo
Es el don de saber discernir los caminos y las opciones, de saber orientar y escuchar. Es la luz que el Espíritu nos da para distinguir lo correcto e incorrecto, lo verdadero y falso.
Sobre Jesús reposó el Espíritu Santo, y le dio en plenitud ese don, como había profetizado Isaías: “No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra” (Is 11, 3-4).
4. Ciencia Es el don de la ciencia de Dios y no la ciencia del mundo. Por este don el Espíritu Santo nos revela interiormente el pensamiento de Dios sobre nosotros, pues “nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1Co 2, 11).
5. Piedad Es el don que el Espíritu Santo nos da para estar siempre abiertos a la voluntad de Dios, buscando siempre actuar como Jesús actuaría.
Si Dios vive su alianza con el hombre de manera tan envolvente, el hombre, a su vez, se siente también invitado a ser piadoso con todos.
En la Primera Carta de San Pablo a los Corintios escribió: “En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia. Sabéis que cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. Por eso os hago saber que nadie, hablando con el Espíritu de Dios, puede decir: «¡Anatema es Jesús!»; y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino con el Espíritu Santo” (1Co 12, 1-3).
6. Fortaleza Este es el don que nos vuelve valientes para enfrentar las dificultades del día a día de la vida cristiana. Vuelve fuerte y heroica la fe. Recordemos el valor de los mártires. Nos da perseverancia y firmeza en las decisiones.
Los que tienen ese don no se amedrentan frente a las amenazas y persecuciones, pues confían incondicionalmente en el Padre.
El Apocalipsis dice: “No temas por lo que vas a sufrir: el Diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis tentados, y sufriréis una tribulación de diez días. Manténte fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (Ap 2,10).
7. Temor de Dios Este don nos mantiene en el debido respeto frente a Dios y en la sumisión a su voluntad, apartándonos de todo lo que le pueda desagradar.
Por eso, Jesús siempre tuvo cuidado en hacer en todo la voluntad del Padre, como Isaías había profetizado: “Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh” (Is 11,2).
Un cuento para explicar a los niños el mundo con coronavirus
La maestra del cuento.
“El saludo del amor” es el título del cuento escrito por una maestra para que sus alumnos de infantil entiendan por qué deben ponerse la mascarilla y no dar besos a quienes más quieren.
María Merino Martínez de Pinillos, es tutora de 27 alumnos de Educación Infantil. Hace ya más de dos meses que no ve a sus “peques” en el colegio Montpellier de Madrid donde trabaja. En ellos pensó cuando decidió escribir un cuento para que los niños “puedan entender un poco más todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor”.
La historia está escrita con un lenguaje cercano y logra así explicar a los niños la importancia de respetar las medidas de seguridad como la mascarilla y el distanciamiento social. Para ello, propone un saludo, el del corazón.
La autora y la Fundación Educativa Franciscanas de Montpellier han querido compartir con los lectores de Aleteia esta historia que seguro que gusta a los más pequeños.
El saludo del amor
Había una vez un planeta llamado Tierra, en el que todos sus habitantes trabajaban sin parar.
Los mayores, que estaban inmersos en su mundo, no valoraban que cada día podía ser diferente y maravilloso. Los niños, un poco más concienciados de esto, se miraban en el espejo de sus padres sin parar de observar y sonreír…
Un día, un virus decidió llegar a ese lugar y quiso cambiar muchas cosas del modo de vida.
Este virus odiaba que la gente se quisiera y, menos aún, que demostrara su AMOR a los demás. Así que encerró a todas las personas en su casa. Ese era su mayor objetivo: así no habría ninguna muestra de AMOR. No se podía ir a trabajar a ningún lugar, pues era el espacio apropiado para ayudar a los demás. No se podía quedar con los amigos, puesto que escuchar y consolar a los que te necesitan estaba prohibido. No se podía abrazar a los abuelos, ni darles muestras de cariño.
Como en todos los cuentos, empezaron a aparecer superhéroes. Los primeros, fueron las personas que tuvieron que salir a trabajar. Lo hicieron con unas condiciones especiales, prometiendo al virus que el amor no saldría de su cuerpo ni de sus manos.
Así que decidieron ponerse unos trajes especiales anti-abrazos y anti-mimos y unas mascarillas anti-besos. Poco a poco, estos héroes comenzaron su batalla contra el virus. Hubo otros superhéroes que se quedaron en sus casas. Fueron todos los papás y mamás que, además de trabajar desde allí, prometieron a los profes que seguirían con su misión. Y, día tras día, se ponían la bata de maestro y organizaban y daban clase a los más pequeños. Mientras tanto, los profes en sus casas mandaban sus superpoderes en vídeos, juegos, canciones y trabajos, para que sus alumnos siguieran conociendo lo maravilloso que es aprender.
Otros héroes que se reconocieron fueron todos los abuelitos y abuelitas; aunque ellos ya tenían su capa, pues se la habían ganado a pulso, tuvieron un reconocimiento especial de todos los ciudadanos. Puesto que eran las personas que más AMOR repartían en el mundo.
Y, poco a poco, todo el mundo fue acostumbrándose a engañar al virus, a ese virus que no quería que en ninguna parte reinara el AMOR.
Fue una batalla lenta, larga y difícil, en la que muchos en primera línea de combate pasaron momentos muy duros; solo les ayudaba a seguir luchando una palabra: el AMOR.
Las familias peleaban contra el virus de una manera divertida: cocinando, bailando, jugando, cantando, haciendo deporte en casa, trabajando juntos… Cuantas más cosas hicieran unidos, más AMOR obtendrían, y así el virus se destruiría poco a poco.
Y así pasaron los meses.
El virus fue debilitándose cada vez más, y el AMOR fue creciendo en aquel planeta. Un día, el virus se vio acorralado y decidió no atacar directamente a las personas, siempre y cuando hubiera una condición. Las muestras de AMOR no podrían existir, o volvería rápidamente. Los ciudadanos, muy tristes, aceptaron esta condición sabiendo que el AMOR siempre reinaría y, ahora, más que nunca. Lo único que tuvieron que hacer era inventarse formas ¡o disfrazarlo para que el virus no lo detectara!
Y dicho y hecho: todos los ciudadanos decidieron salir con una mascarilla anti-besos, porque los verdaderos besos se dan con el corazón.
En vez de tocar o acariciar a las personas, decidieron pronunciar palabras bonitas sobre ellas.
Y los niños, deseosos de ver a sus amigos, inventaron un saludo para no olvidar nunca lo que había ocurrido. ¿¿Y sabéis cuál era ese saludo?? Pues nunca lo sabremos, ya que fue el secreto mejor guardado.
¿¿Y ahora quieres descubrir cuál será el nuestro??
¿Abrumado? Mira estas cosas que sí puedes controlar
Shutterstock | Linda Bestwick
Por Carlos Padilla Esteban.
¿Quieres controlar lo incontrolable y lo que sí está en tu mano no lo haces bien? Enfócate en esto último.
Jesús me pide muchas veces que no tema, que mantenga la calma, que no me agobie. Me lo dice de muchas maneras y a mí me resultan imposibles sus palabras.
¿Calmarme en medio del pánico? ¿Confiar en medio de desgracias? ¿Ser optimista en medio de la desesperanza reinante? El corazón tiembla y tiene razones para ello.
Las palabras de Jesús me cuestan. Que no me agobie, que no pierda la paz. ¡Qué difícil! También me dice que ame hasta el extremo, que no tenga miedo de dar la vida amando a los hombres y a Dios. Se pone Él como medida de mi amor.
Me parece imposible. Me gustaría ser así, pero no logro hacer aquellas cosas que tanto me convienen. Me conviene no agobiarme.
Pierdo tanto tiempo cuando paso gran parte de mis horas agobiado por lo que tengo que hacer y no hago, por lo que puede ocurrir mañana o dentro de unas horas.
En lugar de vivir en el presente entregando la vida me aventuro en futuribles que no controlo. Tengo miedo a dar la vida porque perder lo que poseo me parece algo muy delicado e inquietante.
Jesús me pide que lo siga amando en los hombres y yo con frecuencia tomo otros caminos pensando que son atajos mejores. O simplemente no me gusta obedecer y seguir las normas que otros me imponen.
Jesús me pide que haga caso a lo que suplica mi corazón y yo tiendo a no oír sus súplicas desde mi debilidad. Estoy sordo. Quiero cambiar para mejor y no lo logro. No hago el bien que deseo y obro el mal que quiero evitar.
Quiero ser feliz. Quiero ser alguien alegre que alegre la vida de los demás, pero vivo quejumbroso, lleno de exigencias y no sé dar alegría. El otro día leía una regla que me pareció básica para ser feliz:
“La felicidad y la libertad comienzan con la clara comprensión de un principio: algunas cosas están bajo nuestro control y otras no. Sólo tras haber hecho frente a esta regla fundamental y haber aprendido a distinguir entre lo que podemos controlar y lo que no, serán posibles la tranquilidad interior y la eficacia exterior. Bajo control están las opiniones, las aspiraciones, los deseos y las cosas que nos repelen. Fuera de control, hay cosas como el tipo de cuerpo que tenemos, el haber nacido en la riqueza o el tener que hacernos ricos, la forma en que nos ven los demás y nuestra posición en la sociedad“.
Saber distinguir lo que no controlo de lo que está en mi mano me parece clave para tener una vida plena y feliz. Pero no lo consigo.
Quiero controlar lo incontrolable. Y lo que sí está en mi mano no lo hago bien. Quiero controlarlo todo. Y deseo que alguien cambie las circunstancias que me incomodan, las que me confinan, las que me hacen sufrir.
¿Qué está en mi mano cambiar? No muchas cosas.
¿Qué puedo controlar? Miro a mi alrededor. Puedo controlar mi forma de pensar y expresar lo que pienso, mis modales, mi forma de mirar la vida, mis actitudes ante las contrariedades que me alteran el ánimo.
Puedo controlar lo que deseo, lo que sueño, lo que elijo, lo que hago. Puedo controlar cómo aprovechar el tiempo en estas horas tan extrañas que vivo. Puedo elegir amar u odiar, seguir un camino u otro.
Puedo optar por una persona o por otra. Puedo perdonar o guardar rencor. Está en mi mano.
Puedo controlar el presente, es lo que único que tengo en mi poder. Puedo decir te quiero o guardar silencio. Abrazar a los cercanos o pasar de largo.
Puedo elegir cuidar a los que quiero o vivir encerrado en mi comodidad. Puedo aprovechar cada momento que tengo o esperar a que llegue un momento mejor. Y a lo mejor nunca llega.
Yo elijo si amo u odio. Si sostengo o alejo de mí. Son los pequeños instantes de la vida los que determinan mi felicidad o mi infortunio.
Puedo controlar muchas cosas. Pero me amargo pensando en las que escapan a mi control. Mi paz interior, mi felicidad, están en mi mano, de mí dependen.
Yo puedo optar por decir algo valioso o guardarlo. Puedo silenciar mis ofensas o lanzarlas al viento. Puedo elegir vivir con calma y confiado o vivir lleno de angustias y miedos. De odio y rabia por tener que vivir en esta hora. De mí depende.