Muchas celebraciones de las que tenemos en el Santoral son complementarias de otras festividades, e incluso de Misterios que vivimos como esenciales en nuestra Fe. Es el caso de hoy en que celebramos la Coronación de la Virgen. Ocho días después de celebrar su Asunción a los Cielos, María es Coronada como Reina y Señora de Cielos y tierra.

Esta memoria fue instituida por el propio Papa Pío XII, quien había proclamado el Dogma de la Asunción de la Virgen María en Cuerpo y Alma a los Cielos. Ya en la Sagrada Escritura en el Evangelio según San Lucas, cuando tiene lugar la Anunciación, el Arcángel San Gabriel dice a María que al fruto de sus entrañas el Señor le dará el Trono de David, su padre y reinará sobre la Casa de Jacob para siempre, de lo cual deriva la Realeza de la Madre.

El Libro del Apocalipsis presenta a la Virgen como una Mujer radiante coronada con doce estrellas y con la luna bajo sus pies como pedestal. Ya en la antigüedad San Gregorio de Tours habla de María Reina. El Concilio de Éfeso presenta la Realeza de la Virgen. A ello se unen Santos de la categoría de San Francisco de Asís o San Luis María Grignión de Montfort.

_»La Virgen Inmaculada … asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que
se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte»._ (Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59).

Fuente: Cope | EWTN

Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el Reino de los Cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.