Parroquia El Buen Pastor – República Dominicana

Valor del Mes:
Honestidad
Lema del Mes:
"Hágase en mí según tu palabra" (Lc. 1, 38)

“María nos miró con ojos de amor e intercedió por nosotros”

Compartimos este segundo testimonio de la Virgen María con motivo al año Jubilar Altagraciano. En esta ocasión la Madre estuvo junto a la historia de un matrimonio luchador y que hoy sirve con gran entrega en nuestra parroquia.

Testimonio desde la voz de Michelle Ruiz de Gutiérrez

Somos la familia Gutiérrez Ruiz, para los que no nos conocen somos Omar y Michelle, comenzamos nuestro camino como pareja hace 12 años. Tras un año de noviazgo, decidimos iniciar una vida juntos, nos unimos en unión libre y luego de 5 años nos casamos por el civil. Somos una familia catalogada como «numerosa» con lo tuyo, lo mío y lo nuestro: Héctor Eduardo, mi hijo biológico; Imeray y Omar Rafael, hijos de Omar, y Danilo, que es el fruto de nuestro amor.

Los cimientos de nuestro matrimonio se han fortalecido gracias a la formación recibida en nuestras familias. Ambos nacimos en familias católicas donde nuestros padres se preocuparon de darnos una buena educación basada en los valores morales y éticos. El hecho de que hemos crecido en familias unidas, con sus altas y bajas, pero donde se enseñaba la importancia del trabajo digno, donde se vivía el amor, la generosidad, el respeto, la dedicación y muchas otras virtudes, nos ha animado a unir nuestras vidas para formar una familia.

En todo este tiempo hemos vivido muchísimos momentos de felicidad, pero también ha habido momentos muy dolorosos. Pasamos de ser la pareja más chula, divertida, la casa de las reuniones y fiestas, de las cocinas y la chercha, a ser los conocidos en desgracia, derrochadores y problemáticos. Cuando hay abundancia económica, hay muchos “amigos alrededor”, pero llega el momento en que esos amigos no están para darte la mano que siempre prometieron no soltar y en que los clientes fieles ya no son tan fieles.

Conocíamos a un Dios que estaba ahí presente, a nuestro lado, pero nosotros le dimos la espalda, queríamos una comunidad, pero no queríamos perder el tiempo en la iglesia. Cuando soltamos la mano de Dios y quisimos construirnos un futuro por nuestra cuenta, esos cimientos donde levantamos nuestro matrimonio, se vinieron abajo.

Pasamos muchos desaciertos y la cuerda, que ya estaba floja, nos anunciaba una ruptura inminente. Sumándole a todo esto el peso de la familia, dificultades en la salud psicológica de nuestros hijos. Yo misma pedí una separación, cada uno por su lado y esto se acabó. Pero en esa separación ambos entendimos que necesitábamos al que nunca nos dejó, pero que nosotros sí lo dejamos a Él y ese era Dios.

Pasamos nuestro desierto y Omar llegó a esta parroquia, El Buen Pastor. Siete meses en oración, siete meses de dolor, pero sin perder esperanzas.

Una tarde, sentada en el patio de la casa de mi hermano en Miami, luego de 40 días haciendo un reto para sanar mis heridas, escuché al Señor decirle a mi corazón: ¿Y si callas el ruido a tu alrededor y escuchas mi voz? Necesito que vuelvas allí y vuelvas a tirar tus redes al mar.

Una semana después, estaba en un avión de regreso a Santo Domingo con mis hijos a buscar a esa persona que estaba viviendo su desierto aquí.

En El Buen Pastor Omar conoció a personas maravillosas que lo ayudaron a superar muchos obstáculos y a seguir luchando por una batalla donde el oponente se quería retirar, ese oponente era yo.

En el 2013 él había hecho Emaús, pero luego del retiro no se congregó en ninguna parroquia. Cuando llegó aquí, los hermanos lo acogieron como si lo conocieran de toda una vida y lo ayudaron a luchar por nosotros.

Con la intercesión de esos hermanos, él me trajo a esta parroquia. Luego yo hice Emaús y empezó nuestro verdadero caminar en esta vida. Nuestros ojos se abrieron y pudimos reconocerlo, a ese Jesús resucitado que estaba caminando con nosotros, pero no podíamos verlo.

No todo es perfecto, cada día nos enfrentamos a situaciones y dificultades, pero de eso se trata la vida de un cristiano. No todo es felicidad, los problemas que entendemos que ya sobrepasamos volverán y surgirán otros, a lo mejor peores.

Con todo y estar viviendo en comunidad, congregados a una parroquia, con el seguimiento de nuestros hermanos, una vez más miramos para otro lado y los problemas volvieron, porque dejamos de mirar al norte, permitimos que nuestra humanidad hablara más alto y dejamos de escuchar al Señor.

Una parte que muchas veces ignoramos y es de las más importantes para un cristiano católico es el Rosario, la intercesión de Mamá María. Cuando inició la pandemia, nació la necesidad de orar el Santo Rosario por los enfermos, pero también por la unión de las familias.

Con la pandemia tuvimos otra separación como familia y volvimos a otro desierto. Aunque nuestros hermanos de comunidad sabían que estábamos en ciudades diferentes, no sabían que estábamos separados emocionalmente, por lo que nos pedían meditar algunos misterios, adorar con alabanzas entre misterios y hoy podemos decir que, gracias al Rosario y orando por nuestras familias día tras día durante un año, María nos miró con ojos de amor e intercedió por nosotros. El Señor se encargó de poner todo en su lugar, de darnos lo que necesitábamos, de reestablecer lazos dañados con nuestros demás familiares.

Hoy en día nuestra vida se basa en el servicio, en la entrega al Señor en todo lo que venga. Donde nos necesitan ahí estamos y si no nos necesitan, también estamos.

Junto a este deseo ardiente de servir, conocimos a la pastoral Familia y Vida, de la cual hoy somos parte. Oramos por nuestras familias y las de nuestros hermanos día a día y continuamos con el rezo del Santo Rosario.

Ahora solo esperamos poder concretar nuestro matrimonio sacramentalmente para que junto a la Eucaristía completemos las armas para continuar este peregrinar.

La familia cristiana debe dar testimonio del amor de Dios sin miedo a ser criticada. No es abundancia de bienes materiales, es abundancia del corazón, pero no solo es hablarlo, sino que los otros puedan ver el rostro de Jesús a través de los nuestros.

Muchas gracias.